2020 iba a ser un año de redención para Kendra "Keni" Harrison. En 2016 no participó en los Juegos Olímpicos de Río. Sin embargo, solo dos semana después batió el récord mundial de 100 metros vallas y se presentaba como favorita para las Olimpiadas de este año en Tokio.
Y, aunque el título tendrá que esperar, la atleta estadounidense sigue dispuesta a cumplir sus planes. Con optimismo y fe, está sacando el máximo partido a este tiempo adicional que le ha llegado inesperadamente y tiene claras sus prioridades durante esta crisis.
Después de esperar cuatro años para competir en este evento, sentía que esto no podía estar pasando...
Representar a mi país este año significaba todo para mí. Estaba preparada, mucho más madura que antes y contaba con el apoyo de mi país. Cuando me enteré de que las Olimpiadas de 2020 iban a ser pospuestas, me sentí profundamente decepcionada, pues estaba convencida de que finalmente iba a lograr mis objetivos. Después, una vez lo dejé reposar, me di cuenta que esta pandemia es seria y que la salud es lo más importante. Es difícil para todos.
Como soy una persona muy organizada, al principio la incertidumbre me impedía concentrarme. Hasta que me hice a la idea de que esto iba a pasar y de que debía asumirlo. Tienes que ser optimista, esperar a que la situación mejore y encontrar a gente positiva.
Levantarse tras la derrota
No llegar a formar parte del equipo olímpico en 2016 fue el momento más difícil de mi carrera. Supuso una gran decepción y tristeza. Sentía que había decepcionado a mi país, a mi entrenador y a mí misma.
Dejé que el mundo se llevara lo mejor de mí y empecé a pensar en cosas en las que normalmente no pienso. Por eso tener a mi familia, a mis amigos y a mi entrenador cerca fue tan importante.
Tener un grupo de gente cerca que te ayuda a superar los altibajos te permite recuperar la confianza. Son las personas que te recuerdan que debes creer en ti misma.
El consejo más valioso que recibí vino de mi entrenador, que me dijo: "Desconecta el cerebro". Para mí, eso significa que, cuando entreno, tengo que pensar y darlo todo. Sin embargo, cuando compito, mi cuerpo ya sabe qué tiene que hacer.
La rutina es importante, pero hay que ser flexible también
Siendo mis padres militares, conozco la importancia de establecer objetivos y tener rutinas estrictas para que las cosas salgan adelante. Pero también entiendo la importancia de dedicarme tiempo a mí misma, ya sea escribiendo, tumbándome en el sofá o poniéndome al día con alguna serie.
En tiempos de crisis, es especialmente importante encontrar cosas que te diviertan y aprovechar al máximo tu tiempo. Haz esas pequeñas cosas que te hagan mejor deportista y mejor persona.
Mantengo la salud mental gracias a mi mejor amiga y compañera de entrenamiento Jenna Prandini, que siempre está a mi lado. En cuanto a la salud física, hago lo que me indica mi entrenador para mantenerme en forma, pero también es importante ser flexible y desconectar. Ambos consideramos que tener un plan claro es fundamental, pero también tenemos que adaptarnos a la situación porque tenemos que hacer todo lo posible para volver a estar preparados.
Sé positiva, el futuro es brillante
Mantengo una actitud positiva gracias a mi fe y a la gente que me rodea. Tener un grupo estable de amigos y familiares, además de mi entrenador, me da toda la confianza que necesito. Saben qué decir para que sea optimista.
Encuentra gente positiva. Una mentalidad fuerte implica no escuchar a los escépticos, fijarse objetivos y luchar por lograrlos.
A veces, tienes que quedarte en tu burbuja y sacar lo mejor de cada situación. Todo pasa, de modo que es mejor aprovechar el tiempo para convertirte en la mejor persona que puedas, tanto por ti como por los demás, para que cuando la vida vuelva a la normalidad, estés preparada.